Consejos para familias

Recomendaciones con sentido común sobre los deberes en el hogar

El padre no debe sentarse en una silla al lado del estudiante porque transmite mensajes negativos: “No sabes hacerlo solo”, “descuida, que yo me ocupo”.

No hay que corregir los ejercicios en casa. El objetivo no es llevarlos perfectos, sino probar a hacerlos para ser conscientes de la dificultad. El profesor corrige mejor; hay que oírle.

No hay que dedicar toda la tarde a estudiar. Mejor si juega con los amigos en algún parque; mejora la concentración al llegar a casa.

El niño tiene que anotar en una agenda los deberes, lecciones a estudiar, trabajos a entregar y fechas de examen.

Hay que comenzar por una tarea breve y sencilla para calentar motores y luego hacer la menos agradable. Reservar para el final algo liviano y entretenido.

Un reloj en la mesa ayuda a controlar el tiempo.

Recordar que no es posible mantener la atención ininterrumpidamente más de 40 minutos.

Orientaciones sobre los celos infantiles

Los celos son un estadio relativamente normal que hay que superar y no tienen importancia sin son circunstanciales y pasajeros, pero hemos de prestarles atención cuando alteren la convivencia y el desarrollo normal del niño o sean persistentes y no remitan pasados los cinco años de edad. Si se perpetúan pueden conducir a un desajuste en las relaciones interpersonales. Frente a este problema existen distintas líneas de intervención:

1) Prevención: Es el medio más sencillo, natural y eficaz de evitar la reacción celosa.

2) Fortalecer la autoconfianza del niño, así como el sentimiento de seguridad personal evitando hábitos de comparar afectos, pertenencias, capacidades.

3) Educación de la afectividad basada en la cooperación, la confianza en los demás, el altruismo y en una visión positiva de las relaciones humanas y ofreciendo modelos familiares consecuentes.

4) Modificación de conducta: reforzando conductas positivas e incompatibles con la reacción de celos e ignorando las inadecuadas.

5) Reatribución cognitiva: Ayudar a discriminar y comprender las verdaderas causas de los problemas y de los éxitos, de los afectos y las reprimendas. Esto se consigue con técnicas específicas pero también a través del diálogo razonado y de la coherencia de nuestras actuaciones.

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¿Qué conductas acompañan a los celos?

  • Mi hijo me desobedece. El niño celoso, se muestra desobediente para fastidiar a los padres y obtener su atención.
  • Mi hijo reclama mi atención. Es común que el niño celoso interrumpa y se muestre alborotado cuando está atendiendo al niño pequeño. Las formas más habituales de reclamar atención son: revolotear alrededor de la madre, interrumpir constantemente la actividad de los padres o hacer alguna trastada.
  • Mi hijo se muestra más retraído. El niño se muestra inseguro y temeroso, motivo por el cual se refugia en su mundo, donde se encuentra cómodo, reguardado y seguro.
  • Mi hijo siempre llora. El incremento del llanto y de las rabietas es una forma de presionar a los padres y reclamar su atención.
  • Mi hijo come y duerme mal.
  • Mi hijo molesta a su hermano.
  • Mi hijo pega a su hermano. Normalmente, lo hacen para llamar la atención de sus padres.
  • Mi hijo parece un bebé. Este comportamiento responde a una imitación que hace el hermano mayor del pequeño, pensando que de esta forma logrará la atención y el cariño de sus padres.

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Los padres no deben sentirse necesariamente culpables del comportamiento celoso de sus hijos. Deben preocuparse más de prevenir o encauzar estos comportamientos. Ante un niño celoso, los padres no pueden adoptar una actitud demasiado permisiva ni excesivamente represora. No corregir la conducta celosa, supone que enseñan al hijo que ciertos sentimientos de envidia y de odio pueden estar justificados o que compararse con los demás es lo normal. Pero una atención desmedida, puede contribuir a prolongar una conducta sin importancia.

Los padres deben tratar de implantar en los hijos actitudes más cooperativas y menos competitivas. La formación de actitudes cooperativas en los hijos pasa por educarles en la solidaridad y el altruismo. Desde pequeños deben aprender a ser generosos, a compartir aquello que tienen. Esto hacemos cuando les enseñamos a prestar sus cosas, a colaborar, a responsabilizarse y cumplir con el encargo que se le ha hecho y del que probablemente depende el bienestar de los que le rodean. Otras actividades que no deben faltar consisten en solicitar y conseguir algún pequeño favor para el hermano más pequeño; ayudarle en las pequeñas dificultades que pueda tener; enseñarle a solucionar los problemas que se le presentan de manera que sea él mismo, a través de la ayuda que recibe, el que los resuelve, etc.

También debe aprender a escuchar, conocer los proyectos y juegos de los otros y colaborar con ellos, tolerar otras peculiaridades y aficiones aunque sean muy innovadoras o discrepantes de las que para él son usuales, es decir, desarrollar el gusto por todo lo que sea instructivo y ayude a la convivencia y al respeto por un sano pluralismo.

Todas las anteriores son actitudes cooperativas en las que es necesario educar a los hijos, no importa la edad que tengan con tal de que el contenido de las actividades que aprenden se ajuste a su edad.

Algunas pautas útiles:

  • Jugando a recordar anécdotas familiares. Los niños celosos suelen pensar que no son apreciados por sus padres. Para cambiar estas convicciones los padres deben gastar mucho tiempo, haciendo excursiones con ellos, estando a su lado tratando de escucharles o participar con ellos en los hobbies que tengan. En otras ocasiones bastará con que los padres recuerden a sus hijos celosos lo bien que se sentían de pequeños cuando ellos les sonreían, jugaban o les ayudaban a resolver sus pequeños conflictos y dificultades.
  • La educación en la afectividad. Para educar en la afectividad no basta con manifestar el afecto de la misma forma que para la educación de los hijos en la música, en el deporte, etc., no basta con que los padres manifiesten sus habilidades musicales, deportivas, etc. Si el afecto se entiende como un bien escaso y limitado, por el que es preciso competir para alcanzar la parte deseada, no es extraño que el niño desarrolle una especial capacidad hacia la contabilidad afectiva, vigilando las dosis que reciben cada uno de sus hermanos. La educación afectiva del niño celoso debe ser abierta, de manera que se le pueda mostrar una pluralidad de valores. De esta forma, comprenderá que si él se siente superior en esto o aquello en relación con su hermano, este en cambio es muy superior a él en otras cualidades diferentes. De otro lado, la pluralidad de valores amplía el horizonte educativo y motivacional del niño.
  • No hacer comparaciones
  • Prestar atención al mayor y hacer que lo hagan los demás. Dedicad al día un tiempo exclusivo para el niño, de 10 – 15 minutos. El niño puede esperar este tiempo y confiar en él.
  • Reforzar los comportamientos que implican cooperación, afecto, cuidado, etc. El refuerzo debe ser inmediato y adecuado al comportamiento que se está reforzando.
  • No “pasarle” todo al pequeño. Muchas veces el pequeño se aprovecha. Puede molestar al mayor destruyendo sus realizaciones y este reaccionar con violencia. No reprender muy fuertemente al mayor, no consolar mimosamente al pequeño, reñir al pequeño suavemente para que sea más cuidadoso y ayudar al mayor a rehacer su construcción.
  • No hacer caso a las conductas celotípicas. Primero, se aplica la extinción a este tipo de conductas para, posteriormente, reforzar los comportamientos incompatibles.
  • Juego. Involucrar a los hijos en actividades lúdicas que supongan interacción en el sentido de cooperación, respeto y tolerancia. Deberá supervisarlos un adulto para resolver las fricciones que puedan surgir. La finalidad es enseñar a los niños a ejercitar habilidades y resolver conflictos que suelen surgir en la relación fraterna.
  • Enfatizar las ventajas de ser mayor. Mostrar la variedad de experiencias que ofrece la edad en relación al pequeño.

Referencias:

Excmo. Ayuntamiento de Priego de Córdoba (s.f.). Orientaciones sobre los celos infantiles. Obtenido el 8 de abril de 2010, de http://www.aytopriegodecordoba.es/Escuela_Padres/PE_Ninos_celos_infantiles.pdf?raiz=Priego-Educa

Ortigosa, J.M. (2002). Mi hijo tiene celos. Madrid: Pirámide.

2 comentarios (+¿añadir los tuyos?)

  1. EVA ESTEBAN ROQUE
    Oct 17, 2013 @ 09:16:30

    Sobre el tema de los deberes en el hogar sólo quiero hacer un comentario que creo que a todos nuestros hijos les vendrá bien, sobre todo para los de 3º, que empiezan nuevo ciclo y esto es algo novedoso. Deberíamos, tanto profesores como padres, insistirles en lo importante que es la AGENDA, recordarles qué deben anotar y sobre todo CÓMO DEBEN ANOTARLO. Aunque aún es pronto para que cojan este ritmo pero hay que hacerles saber que es fundamental que la AGENDA esté ORGANIZADA y ESQUEMATIZADA para que luego ellos sean los que puedan establecer el orden de los deberes por la tarde y la importancia de cada uno de ellos, las fechas claves que tienen para exámenes o entrega de trabajos, etc. Hay niños que ya lo realizan, pero hay otros (como el mío), que según ves la agenda no sabes, ni saben ellos, realmente lo que tienen que hacer y se pasan la tarde llamando a compañeros de clase para intentar organizarse. A la larga, este pequeño esfuerzo, lo agradecerán y les será muy útil. Gracias a todos.

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  2. vivicas
    Oct 18, 2013 @ 16:41:33

    Me parece importante tu puntualización. El tema de la agenda, como el de los cuadernos requiere su tiempo de dedicación y hay niños que no apuntan los deberes o no los apuntan correctamente. Los días que los profes acabamos la última sesión con nuestro grupo clase se recuerda el tema de la agenda, pero hay días en que no terminamos la jornada con nuestro grupo clase y se queda sin recordar el tema de la agenda. Lo comento con mis compañeras para tratar de subsanar este inconveniente.

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